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domingo, 24 de agosto de 2014

¿Qué ocurrió en Chernóbil?

Aunque muchos penséis que la central de Chernóbil era diminuta y apenas tenía importancia, en realidad era de las más importantes: con 800 metros de largo, 220 de ancho y 4 reactores de fisión, era la que suministraba casi toda la electricidad a Kiev, la capital de Ucrania, situada a unos 100 km al sur.

El día del accidente, en la central se estaban preparando para una prueba. Una prueba inicialmente sin importancia, pero que cambiaría el curso de la historia. Consistía en comprobar si, ante un apagón, el sistema de refrigeración seguía funcionando el tiempo suficiente, hasta que todo volviese a la normalidad. Y se llevaría a cabo esa misma tarde. Sin embargo, los jefazos se lo pensaron mejor: ya que la central abastecía a todo Kiev, era mejor dejar la prueba para la madrugada, cuando todos estaban durmiendo y la demanda de electricidad era menor. Esa decisión fue clave para la catástrofe.

Pasada la medianoche, empezaron los preparativos para el simulacro. Pero a esa hora, los ingenieros y expertos que sabían de fisión se habían ido a dormir, dejando a los novatos en prácticas al mando. La central era autosuficiente, es decir, parte de la electricidad que generaba la usaba ella misma. Eso significa que para simular un apagón, debían bajar la potencia del reactor. El cabecilla cogió la palanca de potencia y la bajó hasta el mínimo, algo que todos haríamos.

Craso error. Para bajar la potencia que da el Uranio, el reactor hace descender unas barras. Si se bajan demasiadas, el Uranio se “envenena”, el sistema detendría el reactor automáticamente y no volvería a generar electricidad de forma estable hasta 48 horas después. Eso era inadmisible para una central que debe suministrar electricidad a la capital de un país, y los novatos, presas del pánico, subieron la potencia del reactor al máximo.

Tal y como lo habían ordenado, la mayoría de las barras del reactor subieron. Sin embargo, el reglamento obligaba a dejar mínimo 30 barras. Esta vez dejaron 6, y el Uranio en apenas 3 segundos volvió a máxima potencia.

Pero hay otra cosa que permite funcionar a una central: la refrigeración. El reactor tenía unos cuantos motores diésel acoplados a un circuito refrigerador. El Uranio ya estaba funcionando al máximo, pero a los motores no les dio tiempo a arrancar y empezar a funcionar. Se estaba sobrecalentando demasiado.

La central tras la explosión
Unos minutos más tarde sonaron las alarmas, y de nuevo se trataron de bajar las barras. Sin embargo, hacía tanto calor que el mecanismo se había derretido y no lo consiguieron. Con el reactor funcionando sin ningún control y sin que la refrigeración funcionase, ya no se podía hacer nada.


Era la 1:24 de la madrugada del 26 de abril de 1986. Dentro del reactor sonaron unos cuantos golpes fuertes y seguidos que hicieron temblar todo el piso. Unos segundos después, la central explotó. Fue una explosión increíble. Comparar una bomba atómica con esto sería como comparar una bicicleta con un Fórmula 1. La tapa del reactor, de 2000 toneladas, salió volando como si fuera de papel. Ya no se podía hacer nada. El desastre nuclear estaba servido.

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