Es cierto que los coches de gasolina llevan mucho tiempo entre nosotros y que por ello los consideramos los mejores, pero no siempre lo clásico es lo mejor...
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Motor de gasolina de un Hummer H2 |
La primera diferencia entre un coche de gasolina y uno eléctrico es su fuente de energía. La gasolina tiene aproximadamente 9 kilovatios de energía almacenados en cada litro. Un coche normal se ventila unos 5-6 litros cada 100 Km, lo que equivale a un consumo de 45-54 kilovatios. En cambio, un coche eléctrico el triple de potente, con esa cantidad de energía puede recorrer más de 300 Km. Esto ocurre porque un motor de gasolina funciona por fuerza bruta, generando una cantidad extrema de calor. Y claro, el calor tiene que tener una fuente de energía, que no es otra que la gasolina. De hecho, ten en cuenta que cada vez que pagas 50 euros en llenar el depósito, 38 euros se van en forma de calor inútil y desaprovechado, y sólo 12 en mover el coche. En cambio en un eléctrico se aprovecha casi el 90% de la energía de la batería, debido a que el único sitio donde pierde en forma de calor es en el cableado del motor, y las pérdidas cada vez son menores.
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Motor eléctrico de un Tesla Roadster |
La otra diferencia principal es la forma de entregar la potencia. Un motor de gasolina por sí mismo no puede dar la fuerza suficiente para arrancar el coche ni tampoco la potencia para llevarlo a altas velocidades, y para colmo tanto la fuerza como la potencia las alcanza a la vez, es decir, que si quieres fuerza máxima para subir una rampa, obligatoriamente vas a tener que llevar el motor a su máxima velocidad, y si quieres alcanzar los 120, obligatoriamente vas a exprimir el motor y va a gastar mucho combustible. Para solucionar de cierta forma este problema, se ha inventado el cambio de marchas, que transforma todo el potencial del motor en fuerza en las primeras marchas y en potencia en las últimas.
En cambio, un motor eléctrico no necesita el cambio, porque otorga fuerza máxima desde el primer instante para después dejar paso a la potencia, que es más que suficiente para llevarlo a altas velocidades. Teniendo en cuenta que el cambio de marchas y el embrague son piezas que constantemente están sometidas a mucha torsión y que por tanto son propensas a dañarse, es una gran ventaja deshacerse de ellos.
Así pues, los motores eléctricos son más potentes, más eficientes, menos complejos y mejor optimizados que los de gasolina. El único inconveniente es la batería, que en estos momentos no tienen mucha capacidad, pero ya se están creando nuevos tipos, así que en un futuro, quién sabe, a lo mejor tener un coche de gasolina será como tener actualmente un Windows 95.
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